viernes, 29 de junio de 2012


Atenco TERROR institucional

Nancy Flores / David Cilia, fotos
San Salvador Atenco, Estado de México. Miradas de reprobación y escrutinio son vehementes en los rostros de los pobladores. Después del operativo de represión, promovido el 4 de mayo de 2006 por los gobiernos federal y estatal, cada forastero es escrutado y recibido con desconfianza. Y es que desde esa fecha el pueblo de Atenco está dividido en dos: delatores (priístas) y delatados (integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona).



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Los últimos —víctimas de la ultraderecha que impone el supuesto “orden” contraviniendo la Constitución— dicen que los traidores han sido identificados, que son militantes del Partido Revolucionario Institucional pagados por el “mal gobierno” de Enrique Peña Nieto y usados como delatores en el acto de represión patrocinado con recursos públicos. Tras recabar varios testimonios, los miembros del FPDT han confirmado la identidad de al menos tres hombres y una mujer de extracción priísta quienes, cubiertos con pasamontañas, se encargaron de señalar las casas de familiares y amigos del líder Ignacio del Valle. Durante el operativo, medio centenar de viviendas fueron allanadas por elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) y de la Policía Estatal, a pesar de que en ningún caso se contaba con orden judicial como lo manda la Ley.
Además de la zozobra desatada por la presencia de “espías” del gobierno que vigilan cada movimiento de los integrantes del Frente de Pueblos, y de las amenazas de más allanamientos que sueltan los priístas, las miradas contienen dolor, indignación, miedo, pero sobre todo rabia; esa rabia por haber sido violentados como pueblo, como individuos, como gente humilde, como gente campesina.
La tranquilidad de Atenco ha sido robada por ese supuesto “Estado de Derecho” que pretende justificar el uso excesivo de la fuerza pública. Y aunque la plaza, las calles y los callejones, que parecen un extraño laberinto, han sido finamente lavados y el asfalto no muestra más la sangre que la bota de la represión arrancó a los detenidos tras brutales golpizas, la gente no olvida.
Ventanas destrozadas, puertas rotas, muebles tronchados y ropa esparcida por doquier en unos 50 hogares, entre ellos el de Ignacio del Valle, y en las oficinas ejidales, de donde además fueron robados 140 mil pesos, una computadora y varios documentos internos, según acusan el comisariado ejidal Santiago Medina Islas y el tesorero Julio Flores Yáñez, demuestran lo que la administración de Vicente Fox le hizo a este pueblo dos meses antes de la elección presidencial.
“El gobierno sólo trajo intranquilidad a Atenco”, dicen algunos vecinos que no se identifican porque tienen miedo a las represalias. Pero la embestida, señalan, no viene únicamente del aparato gubernamental, sino que se da en complicidad con los medios de comunicación.
“TV Azteca y Televisa dicen que somos delincuentes. Nos acusan de violentos como de por sí lo hacen con los pobres de este país. Pero si alguien ha traído la violencia son Fox y Peña Nieto. En dónde están los hijos de Marta Sahagún, en dónde está Arturo Montiel o el góber precioso (Mario Marín). Por qué no le aplican el 'Estado de Derecho' a los verdaderos delincuentes”, se preguntan.
Y aunque no se trata de narcotraficantes ni de secuestradores, para el gobierno esta gente y los 189 presos políticos de Atenco y de La Otra Campaña, como los ha reconocido el subcomandante insurgente Marcos —de los cuales 17 ya fueron absueltos—, son acusados de haber cometido el delito de delincuencia organizada.
Así lo demuestra el cargo que se les pretendió fincar en la averiguación previa 96/06 y la posterior apelación contra el fallo de absolución dictado el pasado 10 de mayo por el juez segundo penal de Toluca, Jaime Maldonado, cuya oficina está decorada con una foto del gobernador Enrique Peña, quizá porque poco le importa la independencia de poderes.
Un integrante del FPDT explica: “para Fox somos peligrosos porque no estamos de acuerdo con su gobierno; pero cómo vamos a estar de acuerdo si lo único que hace es engañar para vender lo que no es suyo. Él está enojado con nosotros porque no pudo construir su aeropuerto y por eso nos reprime y manda a la cárcel a Nacho (del Valle) y a otros 'compas'. Ahora dice que ya nos desarticuló. No es así, nosotros estamos en pie de lucha”. El operativo Un día después del desalojo de por lo menos ocho floricultores del mercado Belisario Domínguez, ubicado en Texcoco, que provocó un enfrentamiento entre miembros del FPDT y elementos de las policías federal, estatal y municipal —y cuyo saldo fue de un menor de edad muerto, 94 detenidos, entre ellos Ignacio del Valle, y nueve agentes retenidos—, Atenco fue tomado violentamente.
Con el pretexto de rescatar a los elementos de la policía que permanecían bajo la custodia de los pobladores, y a pesar de las negociaciones que se mantenían con el gobierno estatal para liberarlos, al despuntar el 4 de mayo se inició el operativo de represión instrumentado por el Estado mexicano.
La vigilancia flaqueaba: en las barricadas formadas por unas treinta personas —con excepción de la principal que apenas superaba las 250 y estaba ubicada en la calle de Los Fresnos —, la mayoría de los integrantes del FPDT, adherentes a la Sexta Declaración, observadores de derechos humanos y estudiantes, dormían cobijados por el calor de las llantas incendiadas.
Algunos activistas se habían retirado: creían que al amanecer el peligro de una intervención policíaca estaba superado. No fue así. Aunque una falsa alarma a las tres de la madrugada los volvió escépticos, a las seis las botas de unos 3 mil 500 elementos de la Policía Estatal y de unos 2 mil de la PFP pisotearon Atenco.
Las campanas de la iglesia, que se encuentra justo frente a la plaza principal, la presidencia municipal y las oficinas del comisariado ejidal, repicaron en señal de alerta. La resistencia adormilada preparó la defensa con algunas bombas molotov, cohetones, palos y piedras. Cinco helicópteros, tanto de la federal como de la estatal, empezaron a sobrevolar la zona y a lanzar algún tipo de gas, cuentan testigos. En uno de éstos viajaba un delator.
La represión llegaba a San Salvador Atenco con una sola orden: “golpear todo lo que se mueva”. Las tropas de la fuerza pública avanzaban tras los disparos de varios dispositivos de gas lacrimógeno e incluso de las armas de fuego que portaban los estatales, de acuerdo con tres testimonios obtenidos por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
Una joven, que se salvó de una inhumana golpiza y del abuso sexual que sufrieron en su mayoría las mujeres detenidas, dice: “detrás de la gran nube de gas se veían demasiados policías. Vimos nuestros palos y omprendimos que nada podíamos hacer. El gas nos hacía vomitar, no veíamos ni respirábamos bien. Corrimos. Los vecinos salían para darnos trapos empapados de agua o vinagre. Luego alguien nos refugió en su casa y ahí permanecimos por 12 horas”. Afuera, y sin importar siquiera que las cámaras fotográficas y de televisión registraban la saña con la que eran sometidas las ya de por sí disminuidas víctimas, policías federales y estatales reprimían a su antojo a los detenidos en supuesta flagrancia.
Con la anuencia del presidente Vicente Fox y su aparato gubernamental la fuerza pública golpeó y pateó a los hombres y a las mujeres hasta el hartazgo, hasta que la sangre les empapaba el rostro, los brazos, la ropa. Los detenidos sin orden de aprehensión, varios de ellos en calidad de bultos, como el trabajador de Telmex, Jorge Salinas Jardón, fueron arrastrados hasta los camiones que los trasladarían al penal de Santiaguito.
Apilados en los pasillos de las camionetas, los aprehendidos eran torturados y las mujeres abusadas sexualmente, como si se tratara del “botín de guerra” prometido a las tropas desde las oficinas de los altos funcionarios. Detrás de la rejilla de prácticas del juzgado segundo de lo penal, después de denunciar las vejaciones de las que fueron objeto, un joven estudiante increpa a los reporteros con un resumen de la brutalidad: “¿Han olido la sangre humana? O nada más se divierten con el sufrimiento de los demás. ¿Han viajado en un 'pinche' camión de granaderos en donde la sangre chorrea por todos lados, en donde huele a sangre humana, a rastro?, ¿han sentido eso?” En el pueblo, los delatores señalaban las casas que fueron cateadas: sus moradores, incluso los niños y los ancianos, eran golpeados.
Del allanamiento a las viviendas se obtuvo el mayor número de personas detenidas. En los techos, los tinacos eran revisados sin excepción. Hasta las tumbas del panteón del pueblo, ubicado en la calle Miguel Hidalgo, fueron registradas. La priísta y sindico procuradora del municipio de Atenco, Rosalinda Martínez Morales, admite que el operativo fue excesivo y que la violencia y la represión instrumentada por el Estado es injustificable, pues, acepta, antes del 4 de mayo el pueblo estaba en paz. “Los del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra no podían ser considerados como un peligro para nadie”, afirma.
El operativo de represión instrumentado por el director de Seguridad Pública del Estado de México, Wilfrido Robledo, apoyado por el ex director del Cisen y actual secretario de Seguridad Pública Federal, Eduardo Medina Mora, concluyó a la seis de la tarde del 4 de mayo con 189 presos políticos, cinco extranjeros expulsados ilegalmente del país, un adolescente muerto y un estudiante en estado de coma. Hasta ahora nadie sabe el número exacto de desaparecidos.
“Esto que nos hicieron no se va a quedar impune. Sabemos quiénes son. Nada más que se tranquilice esto habrá justicia”, dice un anciano atenquense. “El pueblo está indignado con el gobierno y con los traidores.
La gente tiene miedo porque los priístas andan amenazando, pero poco a poco nos estamos reactivando y nos vamos a defender porque estamos en contra de estas injusticias”, advierte un integrante del FPDT que mantiene guardia en la mesa de información de la casa ejidal

Información tomada de la revista contralínea. http://contralinea.info/archivo-revista/

miércoles, 6 de junio de 2012

Movimiento por la paz con justicia y dignidad

Javier Sicilia habla a los candidatos y la candidata a la presidencia de la república

Palabras Javier Sicilia / MPJD
México D.F., 28 de mayo de 2012.- Buenas días señora Josefina Vázquez Mota; señor Enrique Peña Nieto; señor Andrés Manuel López Obrador; señor Gabriel Quadri; buenos días hermanos y hermanas del MPJD; buenos días a la ciudadanía herida de esta nación. Muchas gracias por asistir a nuestra convocatoria.
Antes de empezar a dar nuestra palabra, quiero, como siempre, leer unos versos; esta vez de Piedra de sol de Octavio Paz: “[…] el mundo nace cuando dos se besan,/ […] y las leyes comidas de ratones,/ las rejas de los bancos y las cárceles,/ las rejas de papel, las alambradas,/ los timbres y las púas y los pinchos,/ el sermón monocorde de las armas, […]/ el burro pedagogo, el cocodrilo/ metido a redentor, padre de pueblos,/ el Jefe, el tiburón, el arquitecto/ del porvenir, el cerdo uniformado,/ el hijo predilecto de la Iglesia/ que se lava la negra dentadura/ con el agua bendita y toma clases/ de inglés y democracia, las paredes/ invisibles, las máscaras podridas/ que dividen al hombre de los hombres,/ al hombre de sí mismo, se derrumban/ por un instante inmenso y vislumbramos/ nuestra unidad perdida, el desamparo/ que es ser hombres, la gloria que es ser hombres/ y compartir el pan, el sol, la muerte,/ el olvidado asombro de estar vivos/ […]”
Porque esta nación no termina de encontrar su camino, porque, como dicen esos versos de Paz, ha estado tomada en muchos sectores por la hipocresía, el cinismo y la delincuencia que tienen herido el corazón de la nación y hecho pedazos el cuerpo de la patria, y por nuestros muertos y desaparecidos, que son el rostro sin fin de esa herida, pedimos a todos un minuto de silencio.
Hace más de un año, permítanme recordarlo, porque el Alzheimer social y político en México es muy grave, el 28 de marzo de 2011, araíz del asesinato de mi hijo Juan Francisco y de sus amigos, Luis, Julio, Gabo, y otras tres personas más, pronunciamos por vez primera “Estamos hasta la madre”, que se convirtió en la voz de miles. La exclamación fue acompañada días después por una carta con ese mismo título publicada en Proceso. Parte de ella y de ese “Estamos hasta la madre” estaba y continúa estando dirigido a ustedes, los políticos; la otra parte, a los criminales. Días después, el 8 de mayo, después de la larga marcha de cuatro días de Cuernavaca al DF, enla Plaza dela Constitución, leímos un discurso y propusimos seis puntos como el mínimo suelo que necesita la nación para salvar su dignidad, y sobre los que hablaremos en la segunda parte de este encuentro. En ese discurso, dirigido a todos, les dijimos particularmente a ustedes “que no (aceptaríamos) más una elección si antes los partidos políticos no (limpiaban) sus filas de esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen y tienen al Estado cooptado e impotente”. Les pedimos también a los Legisladores una Reforma Política amplia que incluyera revocación de mandato, referéndum, consulta e iniciativa ciudadana, plebiscito, voto blanco, candidaturas ciudadanas, reelección y limitación del fuero, e hiciera así más participativa la vida democrática. Les pedimos también una agenda de unidad que nos permitiera salvar la emergencia nacional en la que esta guerra contra las drogas y la corrupción de las instituciones nos ha sumido, y les advertimos que de empeñarse en su ceguera, las instituciones no sólo “se (convertirían) en lo que ya empiezan a ser, instituciones vacías de sentido y de dignidad, sino que las elecciones de 2012 (serían) las de la ignominia, una ignominia que (haría) más profundas las fosas en donde, como en Tamaulipas, están enterrando la vida del país”.
No hicieron ninguna limpieza honorable de sus filas, nos negaron la Reforma Políticay nos han llevado a estas elecciones ignominiosas que han hecho salir a miles de jóvenes a las calles para encontrar el camino que ustedes cancelaron. Lejos de construir la unidad nacional sobre la que tanto hemos insistido, sus campañas electorales parecen la continuación de la violencia que nos azota por otros medios, una violencia que ahonda la fractura de la patria y de las fosas en donde en nombre del poder, de la soberbia y del éxito que debe obtenerse por cualquier medio y a cualquier precio, se empeñan en enterrar la vida de la nación. Aquí, señora Vázquez Mota, señor Peña Nieto, señor López Obrador, señor Quadri, hay víctimas que hablarán después de mí y que son el engendro del pudrimiento de las instituciones, de la represión de sus partidos y del crimen organizado. Mientras estas víctimas no han recibido un gramo de justicia ni de reparación a sus daños, mientras la marcha macabra de los señores de la muerte avanza en los territorios gobernados por sus partidos y los desaparecidos, los desmembrados, los descabezados, los levantados, aumentan; mientras la ciudadanía vive en la indefensión, ustedes y sus partidos gastan en campañas millonarias –la suya, señor Peña Nieto, es verdaderamente desvergonzada— y en demagogia.
Ni para ustedes ni para sus partidos existen los casi 60 mil muertos, los más de 20 mil desaparecidos, los cientos de miles de deplazados, heridos y perseguidos, y las deceneas de miles de viudas y huérfanos que esta imbécil guerra contra las drogas nos está costando y cuyo número aumenta día con día; no existe nuestro sufrimiento; no existen tampoco las desapariciones y los asesinatos de los migrantes que llegan o pasan por nuestro territorio –no hubo una sola mención a ellos por parte suya en el debate en donde entre las mutuas acusaciones, la ocurrencia de la demagogia, y la edecán, ustedes sólo dieron el espectáculo de la frivolidad y de la lejanía que tienen frente a la nación–. Para ustedes, por lo tanto, no existen la emergencia nacional ni las miles de zonas tomadas por el crimen organizado ni los funcionarios de sus partidos coludidos con él ni el problema de la guerra. Se han contentado simplemente con hablar de la inseguridad, de acusar de corruptos a los otros partidos, y de proponernos enfrentar la inseguridad con más violencia. No han expresado ningún camino humano y a corto plazo para construir esa paz que tanto anhelamos y sin la cual las elecciones son sólo una simulación; no han siquiera pedido perdón a los ciudadanos y a los migrantes centroamericanos por estas desgracias de las que sus partidos y sus gobiernos son tan responsables como el gobierno federal. Ustedes, como el Presidente Calderón y los demás candidatos y partidos, parecen tener sólo imaginación para la violencia, la disputa, o las vaguedades retóricas. Continúan negándose a escuchar el corazón herido de la patria.
Esta herida que, a pesar de todo lo que hacen y dicen para no verla ni asumirla en su profunda gravedad, no pueden borrar, los increpa hoy y les pregunta. ¿Díganos, cómo con mayorías relativas –porque de ganar sólo ganarán con ellas– piensan gobernar y sanar en su emergencia nacional a está patria desmembrada? ¿Son ustedes tan soberbios para creer que en estas condiciones de emergencia nacional se puede gobernar sin la unidad de la nación? ¿Cómo harán, si ganan, para crearla y no convertirse en un nuevo administrador de la desgracia del país? ¿Cuál es su propuesta de paz, más allá de programas reconstructivos a largo plazo? ¿Qué propone para crear los instrumentos que permitan ala Ley Generalde Víctimas, recientemente aprobada, sin que el presidente se haya dignado a promulgarla, hacerse una realidad para ellas? ¿Cuál es su posición frente al asunto de las drogas y su propuesta para dejarlas de ver como un problema de seguridad nacional y enfrentarlas como un asunto de salud pública que ponga fin a esta guerra perdida. ¿Cómo, por lo tanto, van a generar una política que no nos subordine a la estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos? ¿Qué tiene que decirle a las víctimas de su partido que hoy están aquí frente a usted?
Para muchos, usted, señora Vázquez Mota, significa la continuidad de una política que nos ha sumido en el horror, la miseria y el despojo, el señalamiento duro a las corrupciones de los otros partidos, pero la incapacidad autocrìtica para ver las del suyo y la protección o la simulación frente a delincuentes o malos funcionarios de su partido que ocupan y ocuparon cargos políticos, incluso de Estado. Usted representa a un partido que nos debe la transición y que se ha corrompido a grados ignominiosos con el poder. Usted representa un partido que después de doce años deja como una de sus herencias un inmenso camposanto como patria.
Para muchos, señor Peña Nieto, usted representa el regreso al pasado, es decir, el regreso al origen de la corrupción de las instituciones que hoy se desborda por todas partes y cuyo rostro no es sólo la violencia, el dolor, la corrupción, la impunidad y la guerra, sino la imposición de la presidencia imperial, el uso patrimonialista de la nación y la represión –Atenco, la respuesta descalificadora a los muchachos dela Ibero, la manipulación mediática frente a sus legitimas protestas, son sus señales más claras. Representa también el voto corrompido, el voto comprado, el voto no ciudadano, el de la miseria moral y el de la arrogancia y los intereses de los monopolios de la comunicación. Hoy está aquí presente el escritor Germás Dehesa que hasta el último día de su vida, como un signo de ética ciudadana, contó las noches que se acumulaban cargadas de los agravios de la fraudulenta gestión del exgobernador Arturo Montiel.
Para muchos, usted, señor López Obrador, significa la intolerancia, la sordera, la confrontación –en contra de lo que pregona su República Amorosa– con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones; significa el resentimiento político, la revancha, sin matices, contra lo que fueron las elecciones del 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido que incluso, contra la mejor tradición de la izquierda mexicana, no han dejado de golpear a las comunidades indígenas de Chiapas y de Michoacán o a los estudiantes Guerrero. Significa también la red de componendas locales con dirigentes que años atrás reprimieron a quienes buscaban un camino democrático, el señor Bartlet es sólo la punta del iceberg.
Para muchos usted, señor Quadri, significa la usurpación de las candidaturas ciudadanas –que nos negaron junto conla Reforma Política—, la arrogancia y una doble moral que pretende reivindicar el liberalismo y criticar los monopolios mientras usted sostiene su campaña apoyado en la mafia de una cacique que representa lo peor de nuestra clase polìtica, y en el poder de un sindicato corrupto que tiene secuestrada la educación de la patria, que usa a nuestros niños para el chantaje de más canonjías y posee una fortuna que, fruto de la corrupción nos ofende y nos indigna a todos.
La democracia en su sentido real, no es el voto ni las elecciones libres –aunque la apoyen–, no es una cuestión de administraciones institucionales ni de arreglos entre ellas y sus consejos especializados llamados partidos, cámaras y secretarías, mucho menos el libre mercado, es la dignidad de una nación que sólo aparece allí donde se generan relaciones de confianza y de apoyo mutuo más allá de cualquier interés de poder o de dinero ¿Cómo piensan darle vida a una democracia que sus partidos, la inoperancia del Estado que niega y reprime todo lo que no puede controlar, la criminalidad y los diversos y oscuros intereses del poder y del dinero nos han arrancado?
Estamos, como lo dijimos hace más de un año, no sólo en la misma “encrucijada sin salidas fáciles”, sino ante un proceso electoral atrapado en un callejón sin salidas. Ustedes saben que gane quien gane estas elecciones tendrán que enfrentarse a un suelo y a un tejido social destrozados que ustedes con sus divisiones, sus interes, sus pleitos, no están ayudando a rehacer sino a desgarrar más. Hoy parece que las urnas electorales no alcanzarán para responder a los sueños rotos de la patria. Nosotros, sin embargo, no hemos dejado de insistir en una unidad nacional. No hemos venido aquí, por lo tanto, a apoyar a ninguno de ustedes, sino a emplazarlos, como ya lo hicimos aquel 8 de mayo de2011, aconstruir, permítanme reiterarlo una vez más, “una unidad nacional que le permita a la nación rehacer su suelo. ¿Cómo pueden ustedes, más allá de sus intereses de partido, cooperar con esa voz que nosotros hemos escuchado en nuestro peregrinar por toda la república, esa voz que los universitarios hacen oir en las calles y en las redes sociales, y que hemos escuchado en español, náhuatl, purépecha, tseltal o wirrárika, lo mismo en Acteal que en Ciudad Juárez, esa voz que exige democracia, paz, justicia y dignidad?
Además opinamos que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés y el etcétera, etcétera, que nos deben a los mexicanos.
México D.F., 28 de mayo de 2012