La Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad está haciendo soplar con fuerza creciente un viento nuevo sobre la dolorida realidad de este país y la mezquindad de la política institucionalizada tal como hoy la vivimos y padecemos.
Los testimonios que va suscitando y recogiendo en su camino a Ciudad Juárez son conmovedores: es la angustia y el dolor de un pueblo la que habla por ellos. La Caravana va dando espacio y resonancia a las pequeñas voces bajas de esta historia atroz. Desde el dolor de cada una, todas repiten: nadie nos escucha, antiguo clamor del pueblo de México, y todas quieren y necesitan decir su dolor, gritar, imprecar, sollozar. La Caravana, que es un montón de nadies en camino, cuando llega no lanza discursos ni promesas ni compromisos: escucha, escucha, escucha y nada pide. Esto es nuevo, muy nuevo, aunque sea antiguo como el mundo.
El 10 de junio –ese día en que hace 40 años el Supremo Gobierno nos lanzó sus Halcones a golpear y matar estudiantes en la ciudad de México– la Caravana tendrá su asamblea y muchas propuestas e iniciativas serán discutidas.
Un Memorial de Agravios y Dolor de estos días y estos años que se vaya haciendo público, donde converjan todas las voces que ya existen y dicen, para que en la memoria mexicana no se desvanezcan, para que nadie diga que no supo y para que de estos tiempos aciagos que la indiferencia, la codicia y la ineptitud de los privilegiados y los poderosos nos imponen, no haya olvido ni perdón, sino justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario